Cómo realizar el cierre contable y fiscal en tiempos de pandemia

Los meses de octubre y noviembre significan que el final del año está próximo y vienen acompañados de la necesidad de evaluar y analizar la marcha del ejercicio que está finalizando. Las empresas no escapan a esta realidad y los últimos meses del año sirven para examinar, por un lado, el estado del patrimonio y las finanzas, y por otro, la planificación de su situación económica y financiera para ejercicios futuros.

El año 2020 pasará a la historia por haber sido uno de los ejercicios más convulsos, cambiantes y con un alto grado de incertidumbre para las empresas. En condiciones normales, la preparación del cierre del ejercicio fiscal y la planificación del mismo han permitido evaluar la evolución de la situación económica de las empresas, examinar el grado de cumplimiento de la normativa aplicable y diseñar estrategias y políticas de inversión y planificación que afecten a las finanzas de la empresa.

Sin embargo, este ejercicio 2020 se antoja complicado a la hora de poder planificar las políticas a aplicar de cara a cada uno de los departamentos de las empresas y para elegir el momento adecuado para diseñar las estrategias a implementar, siendo el principal escollo, el elevado grado de incertidumbre creado por la crisis sanitaria y económica por el COVID-19.

A pesar de toda esta incerteza, es imprescindible parar y analizar la evolución de los principales datos económicos de nuestra empresa. También, dibujar un mapa de riesgos y de desafíos para el próximo año 2021. Así pues, desde Duart-Ferrís vamos a darte unas pautas para que puedas realizar este análisis y planificación.

Control de los saldos de ventas e ingresos

Toda planificación de cierre fiscal debe contener un exhaustivo análisis de la contabilidad y las partidas de ingresos y gastos que componen la cuenta de pérdidas y ganancias del negocio. En el ejercicio anterior, la Agencia Tributaria facilitó a los contribuyentes un detalle de las principales magnitudes económicas de las que Hacienda tiene conocimiento, gracias a las declaraciones informativas que nuestras empresas deben presentar en cada ejercicio. Entre ellas, destacaba las siguientes a la hora de realizar el cuadre por el departamento financiero o la asesoría fiscal de la empresa:

  • La conciliación de la cifra de negocios con el total volumen de operaciones de IVA.
  • El cuadre de los gastos de salarios y sueldos con el importe declarado en el resumen anual de retenciones sobre rendimientos de trabajo (modelo 190).
  • El detalle de las Bases Imponibles Negativas (BINS en adelante).
  • Los pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades.

Además, este documento facilitado por Hacienda, que nos adelanta la información de la que ella misma dispone, también proporciona información sobre la situación censal de socios y administradores.

Por tanto, deberemos realizar los siguientes análisis:

  1. Un examen de los importes contabilizados como ingresos de la actividad y su relación con las compras de la empresa, debiéndose analizar dos aspectos clave:
    • La cuantificación del saldo de existencias finales y de proyectos pendientes de facturación. Ello se obtiene mediante un inventario de las materias primas y productos que se tienen en almacén, siendo recomendable el control de stock mediante softwares que controlen la entrada y salida de existencias así como su valoración.
    • El análisis de la evolución del margen bruto y su valor porcentual. Conocer el margen bruto que la empresa obtiene, una vez descuenta el valor de las compras consumidas del importe de las ventas, es de gran relevancia para detectar problemas en la gestión del stock, errores en la aplicación de precios de venta, que impliquen pérdidas de rentabilidad y en comprobaciones por parte de Hacienda respecto a ingresos ordinarios no tributados. La crisis generada por la pandemia va a exigir un análisis del valor de las existencias y la aplicación del deterioro de su valor, debido a los meses de inactividad que han atravesado las empresas, así como a la pérdida de valor de las mismas por el empeoramiento de la situación económica.
  2. Gastos de personal, principalmente los sueldos y salarios y el coste de seguridad social. Esta partida de gasto ha tenido una gran relevancia en 2020. La aplicación de exoneraciones en el pago de Seguridad Social de los trabajadores en plantilla y la solicitud de ERTEs permitieron una reducción de los costes laborales. La evaluación de qué puestos de trabajo son imprescindibles así como la reorganización de la plantilla pueden suponer importante ahorro en la cuenta de explotación de la empresa y más teniendo en cuenta la limitación al despido de personal para no tener que devolver las bonificaciones aplicadas sobre el coste de seguridad social a cargo de la empresa.
  3. Resto de partidas de gastos de estructura. El resto de las partidas de gasto también deben ser analizadas para controlar las variaciones elevadas de dichos gastos. En este sentido tienen especial importancia los costes de arrendamiento y el efecto sobre los mismos de las moratorias y rebajas solicitadas a los propietarios de los locales; los gastos financieros de préstamos o arrendamientos financieros solicitados, los cuales pueden haberse visto reducidos por la solicitud de moratorias ante las entidades de crédito; los deterioros de valor de elementos de inmovilizado e inversiones inmobiliarias; y los deterioros sobre los derechos de cobro que la empresa tiene respecto a sus clientes, pudiéndose haberse visto incrementado sustancialmente la morosidad como consecuencia de la crisis económica generada por el COVID-19.

Todo esto tiene su impacto en el Impuesto de Sociedades, el cual grava el beneficio obtenido por las empresas. Por ello, con tal de realizar una estimación de su cuantía, es necesario determinar qué partidas de gastos e ingresos suponen ajustes positivos o negativos sobre su base imponible y analizar la aplicación de las BINS pendientes de compensación, así como la posibilidad de acceder a beneficios fiscales como la aplicación de la reducción por las reserva de capitalización y nivelación, bonificaciones y deducciones que la empresa puede aprovechar o la posible inclusión en algún régimen especial del Impuesto de Sociedades (los más importantes son los correspondientes a las empresas de reducida dimensión y el de consolidación fiscal en el caso de grupos de empresas).

Análisis económico-financiero de la empresa

Después del análisis expuesto hasta aquí, llega el momento de analizar la situación económico-financiera de la empresa y diseñar una hoja de ruta con las decisiones a aplicar de mayor relevancia. El COVID-19 ha conllevado que gran parte de las empresas hayan accedido en condiciones más ventajosas a préstamos ICO o a la concesión de subvenciones ligadas a cumplir una serie de requisitos. Por este motivo, el estudio de la liquidez y solvencia del proyecto empresarial de nuestra empresa se antoja un campo todavía más importante de cara a garantizar la viabilidad de la empresa y evitar así problemas en su tesorería.  En este sentido es importante analizar:

  1. Ratios como los de endeudamiento, análisis del fondo de maniobra o previsiones de tesorería y el flujo de caja: variables que debemos manejar, más si cabe, durante este ejercicio.
  2. Analizar proyectos de inversión y priorizar aquéllos que tienen mayor urgencia y son inaplazables es otra área sobre la que se deberá decidir con tal de frenar la caída de rentabilidad que puede conllevar este ejercicio 2020.
  3. La limitación a la distribución de dividendos a los socios es otro aspecto que ha tenido un impacto directo por la normativa aprobada durante este ejercicio 2020. El artículo 348 bis del Texto Refundido de la Ley de Sociedades de Capital regula el derecho de separación de socio por no percibir dividendos. Pues bien, aquellas sociedades que solicitaron un ERTE de fuerza mayor y tuviesen una plantilla superior a 50 trabajadores en fecha 29 de febrero de 2020, no podrán repartir dividendos respecto al ejercicio 2020 a no ser que devuelvan las bonificaciones sobre las cuotas de seguridad social a cargo de la empresa. Esta limitación es importante de cara a definir la política de retribución de los socios y aprobar la distribución del resultado económico del presente ejercicio.

Con todo lo expuesto hasta aquí, el cierre fiscal del ejercicio 2020 supondrá, además de un análisis de la situación económico-financiera de la empresa y del grado de cumplimiento de la normativa aplicable, una oportunidad para evaluar las directrices a aplicar respecto al próximo 2021 y para reordenar ideas de cómo afrontar el complicado ejercicio futuro donde la incertidumbre y las dificultades económicas para las empresas no desaparecerán.

Imagen de Steve Buissinne en Pixabay 

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